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ARTÍCULO DE OPINIÓN Es el momento de rectificar

Antonio Martínez Torre, Miembro del equipo de Atención Primaria del Centro de Salud Los Castros

A pesar de la mejoría y de la incorporación de nuevos test, comprobamos que la Atención Primaria es excluida del acceso a prescribir dichas pruebas

Queremos transmitir la preocupación existente entre los profesionales de la Atención Primaria en relación con la imposibilidad de acceder a prescribir a nuestros pacientes las pruebas diagnósticas de infección por coronavirus (Covid-19). Durante las últimas semanas, en los centros de salud se han recibido multitud de consultas relacionadas con sintomatología sugestiva de infección por coronavirus o de contactos estrechos con dichos pacientes.

Teniendo en cuenta que menos del 15% de los infectados requiere atención hospitalaria y dada la situación de saturación que tenían los hospitales y en especial sus servicios de urgencia, se ha procurado tratar en su domicilio al mayor número posible de pacientes, asumiendo en ocasiones un alto grado de incertidumbre diagnóstica, acrecentado por la imposibilidad de realizar test confirmatorios de la infección por coronavirus. Esto nos ha obligado a prescribir aislamiento domiciliario y bajas laborales en base a su sintomatología y el contexto epidémico sin tener una confirmación diagnóstica (en la actualidad seguimos igual para los nuevos casos).

Estos pacientes han ido mejorando clínicamente, pero dada la variabilidad descrita en los estudios (hasta un 11% continúan siendo positivos a las tres semanas), resulta imposible estar seguro de si continúan siendo pacientes contagiosos, y tan solo la realización de pruebas diagnósticas puede aportarnos cierta certidumbre a la hora de indicar su reintroducción a la vida familiar, social o laboral.

Solo aquellos que acudieron al servicio de urgencias hospitalario dispusieron de los test diagnósticos y aquellos que hicieron el esfuerzo de no colapsarlos y aguantaron estoicamente en su domicilio, no.

Pues bien, a pesar de la mejoría de la situación actual de la pandemia y la incorporación de nuevos test diagnósticos, comprobamos que, de nuevo, la Atención Primaria es excluida del acceso a prescribir dichas pruebas.

Las sociedades científicas, colegios profesionales y la exitosa experiencia de países como Corea del Sur inciden en la extraordinaria importancia de realizar test diagnósticos a la población en el inicio de los síntomas y a sus contactos para romper la cadena de transmisión, que está demostrado que se inicia ya en el periodo libre de síntomas. Hay que recordar que el 85% de los casos de infección por Covid-19 se tratan de forma ambulatoria y no llegan nunca al hospital. Estadísticas de casos confirmados como en Madrid, donde el 70% habían precisado hospitalización, no hacen más que indicar que se escapan de control epidemiológico hasta 10 veces más de los pacientes contabilizados.

La situación se agrava cuando las personas infectadas, por su actividad laboral, están en contacto con múltiples personas, y mucho más si se trata de personal sanitario que además está en contacto con personas frágiles con un alto riesgo de complicaciones.

A día de hoy, en Cantabria hay varios casos de compañeros con contacto demostrado con personas infectadas a las cuales se les niega la realización de las pruebas diagnósticas si están asintomáticas (el 20% de los infectados no tienen ningún síntoma y son contagiosos) y, en el mejor de los casos, se les demora hasta siete días durante los cuales continúan trabajando. Esto ocurre en la Gerencia de Atención Primaria, y resulta llamativo la heterogeneidad en el comportamiento de los servicios de riesgos laborales de los hospitales de Cantabria.

El comunicado de los colegios de dentistas, enfermeros, farmacéuticos, médicos y veterinarios ha denunciado el protocolo emitido por el Ministerio obligando a incorporarse a los trabajadores sanitarios transcurridos siete días desde el inicio de los síntomas, llevando tres días sin fiebre y sin realizar test diagnóstico, catalogándolo de una temeridad inaceptable para sanitarios y pacientes que puede llevar a la extensión del virus.

La carta publicada por Marta López, médico e hija de uno de los médicos fallecidos por coronavirus (por cierto, la mayoría son médicos de familia) transmite la indignación y el sentimiento de injusticia que embarga a muchos de nuestros compañeros.

Hemos escuchado que no es el momento de criticar o cuestionar; de acuerdo, pero creemos que el personal sanitario que literalmente se juega su vida y la de su familia se ha ganado el derecho de ser escuchado en sus quejas o sugerencias en un contexto en el que los propios responsables han reconocido errores de previsión y organización ante una pandemia llena de incertidumbres. Corrijamos los errores, aún queda mucho por mejorar.

Suscriben también este artículo: Pedro Crespo Fidalgo, Carmen Royano Rasines, Cristina Torres Tato, Aránzazu Rojo Calderón, María José Prieto, Manuela Calzada Sánchez, Milagros Arias Lago, Judith Landa Arce, Silvia Gómez Fernández, Mª José Rodríguez Martínez, Mª Luisa Millán Sagaste, Natalia Bárez del Toro, Mª Teresa Alguacil Esquerro, Mª Ángel Cuenca Gómez, Irene Otero Caminero, Montserrat García Mata, Raúl Fernández Carreras, David Bolado Neguerada, Ángel Sota de la Gándara y Ángel Ibarra Corbillón.