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ENTREVISTA DÍA INTERNACIONAL CONTRA EL SUICIDIO. “Las muertes por suicidio doblan a las causadas por accidentes de tráfico en España y en 2020 han llegado casi a triplicarlas”

La doctora Ana de Santiago es la máxima responsable del programa que gestiona las conductas suicidas en Cantabria

Ana de Santiago es licenciada en Medicina y Cirugía y doctora Cum Laude por la Universidad de Cantabria,  y especialista en Psiquiatría en el Hospital Universitario Marqués de Valdecilla, donde en la actualidad ejerce como  jefa de Sección de Psiquiatría  y responsable de la Unidad de Hospitalización Psiquiátrica Parcial y del Programa de Alta Resolución para el Manejo de la Conducta Suicida y Prevención del Suicidio (CARS),   un puesto de enorme responsabilidad  teniendo en cuenta que,  a día de hoy,  hay varias campañas que solicitan un plan urgente de prevención del suicidio ante datos como los que ha publicado esta semana el “Teléfono de la Esperanza”,  que dejan patente el  aumento de  las peticiones de ayuda de personas que quieren quitarse la vida, aunque esta región tiene una de las menores tasas de suicidios del país.

Con motivo del Día Internacional contra el Suicidio, que se celebra mañana, esta especialista analiza para el Colegio de Médicos de Cantabria la realidad de este problema de Salud Pública  en Cantabria y en España.

-El 10 de septiembre se celebra el Día internacional contra el Suicidio ¿es más importante que nunca porque han aumentado los suicidios?

El suicidio es un problema de salud pública desde hace mucho tiempo. La Organización Mundial de la Salud (OMS) lleva décadas alertando del problema, pero en 2014 publicó un documento que puso el foco en la prevención, instando a todos los países a poner en marcha planes nacionales y estrategias dirigidas a disminuir las tasas de suicidio. A partir de entonces, se ha visualizado el suicidio y se ha iniciado la puesta en marcha de estrategias de prevención.

Las tasas de suicidio se comportan de forma cíclica. En lo que va de siglo, en nuestro país el número de suicidios han fluctuado con aumentos y descensos, observándose picos en 2004, 2008, 2014, 2017 y 2020, con descensos en las cifras del resto de años. En 2020 se ha alcanzado el número más elevado de todo el siglo XXI, aunque no muy superior al que hubo en 2014. En 2020 se han suicidado menos varones y muchas más mujeres que en 2014, superándose en 2020 en ellas por primera vez los 1000 casos (la cifra más elevada en este siglo)[1]. Las muertes por suicidio son el doble que las muertes por accidentes de tráfico en España y en 2020 han llegado casi a triplicarlas.

El 10 de septiembre es un potente recordatorio de que la lucha contra el Suicidio hay que hacerla día a día y desde todos los frentes.

-Si hablamos de datos y cifras ¿cuáles son las de Cantabria con respecto a los suicidios?

Cuantificar el suicidio entraña muchas dificultades, pero tanto el Instituto Nacional de Estadística (INE), como los Institutos Médico Legales (IML) elaboran anualmente el registro de muertes por suicidio. Habitualmente, los datos de los IML son más exactos que los del INE, porque actúan siempre en las muertes que precisan autopsia judicial, como es el caso del suicidio. Para comparar nuestras tasas con otras CCAA tenemos que utilizar los datos oficiales publicados por el INE, pero para conocer lo que ocurre en Cantabria utilizamos los datos del IML, que son más precisos. Además, los datos del INE se publican con dos años de retraso, por lo que los últimos disponibles son los de 2019. Los que se avanzaron en noviembre de 2020 son provisionales. Disponemos, sin embargo, de datos en Cantabria actualizados a 2021 gracias al registro del IML.

Cantabria ha sido y es una de las CCAA con menor tasa de suicidio del país. En 2019, la tasa por 100.000 habitantes era en España del 7,48 y en Cantabria 5,92, teniendo solamente Madrid y las dos ciudades autónomas de Ceuta y Melilla tasas inferiores a la de Cantabria.

Según los datos del IML de Cantabria, en los últimos 7 años (2015-2021) se suicidaron en Cantabria 325 personas: 76% varones y 24% mujeres (3:1). No ha habido aumento de suicidios en 2020, sino descenso con respecto al 2019, que fue el año con mayor número de toda la serie, junto con 2017. En 2020 hubo 6 muertes por suicidio menos que en el año anterior y en 2021 una más que en 2020. De este total de 325, 5 (el 1,5%) fueron menores de 19 años (entre 16 y 18), 3 varones y 2 chicas (3:2), sin observarse tampoco tendencia al aumento en este grupo de edad.

-Y si hablamos de tentativas suicidas ¿qué tanto por ciento de la población ha tenido alguna vez la idea de quitarse la vida?

La mitad de las personas muertas por suicidio tienen antecedentes de tentativas previas. Los intentos de suicidio previos se consideran el factor de riesgo más importante para consumarlo, y multiplican por 100 el riesgo de suicidio con respecto al de la población general. Durante los seis primeros meses e incluso durante el primer año tras la tentativa de suicidio, el riesgo aumenta entre 20-30 veces.

Se estima que por cada suicidio hay al menos 20 tentativas. Sin embargo, no disponemos de un registro en nuestro país de las tentativas de suicidio, y menos aún de las ideas de suicidio. Por ello, en el Hospital Valdecilla comenzamos en 2019 a registrar diariamente las consultas por conducta suicida, tanto ideación como tentativa de suicidio, atendidas por el psiquiatra de guardia en el servicio de urgencias.

Sabemos así que hay una media de 2 personas diariamente atendidas en el servicio de urgencias de Valdecilla por Conducta Suicida. Las mujeres realizan tentativas de suicidio 3-4 veces más que los hombres y los hombres se suicidan 2-4 veces más que las mujeres. Casi la mitad de las consultas por conducta suicida son de personas entre 30-49 años y con mucha menor frecuencia de los grupos de edad extremos, los menores de 18 años y los mayores de 70 años, en ambos grupos etarios el 5% respectivamente de todas las conductas suicidas. Durante la pandemia, en 2020, disminuyeron discretamente las consultas urgentes por conducta suicida con respecto al año anterior (un 5% menos), para aumentar en 2021 (un 16% más). En el caso de los menores de 19 años en 2021 se han duplicado las conductas suicidas, respecto a los años anteriores.

-¿Todas las personas que intentan suicidarse, o lo hacen, padecen enfermedades mentales? ¿cuáles son los factores de más riesgo?

El suicidio es un fenómeno complejo y multifactorial. Se trata de un auténtico mosaico de factores de riesgo, que pueden ser individuales, sociofamiliares y contextuales.

No todas las personas que se suicidan padecen una enfermedad mental, pero es con diferencia el mayor factor de riesgo en los suicidios consumados. En los estudios que utilizan autopsias psicológicas se comprueba que el 90% de ellos padecían un trastorno mental. El trastorno depresivo mayor supone un riesgo de suicidio 20 veces mayor que el de la población general, pero también otras enfermedades psiquiátricas incrementan el riesgo, como la esquizofrenia con 30-40 veces más de riesgo que la población general.

Encontramos también determinados factores psicológicos y rasgos de personalidad que se asocian con mayor riesgo de suicidio:  La desesperanza es un factor muy importante, que expresan más del 90% de las personas con conducta suicida. También la impulsividad confiere mayor riesgo. En los adolescentes, la inestabilidad emocional es un factor que multiplica el riesgo 2,3 veces para cometer un suicidio, y la intolerancia a la frustración está presente en gran parte de las autolesiones.  Enfermedad física con dolor y/o discapacidad está presente en el 25% de los suicidios, y en el 80% cuando se trata de personas de edad avanzada.

La carencia de apoyos sociofamiliares, los problemas económicos y laborales constituyen también factores de riesgo. La conducta suicida es más frecuente entre personas solteras, divorciadas, que viven solas o carecen de apoyo social y principalmente en los hombres, en los primeros meses de la pérdida (separación, divorcio o viudedad).  El desempleo se asocia con un incremento de dos o tres veces el riesgo del riesgo de suicidio.

Pero también tenemos que señalar los factores que proveen protección contra el comportamiento suicida. Factores individuales como las habilidades sociales, la capacidad de resolución de problemas, el autocontrol de la impulsividad, la buena autoestima, las estrategias de afrontamiento adecuadas y la capacidad de resiliencia. También se consideran importantes los valores y normas, como el valor de la propia vida, la esperanza y el optimismo. Asimismo, encontramos también factores externos protectores, entre los que destacan la accesibilidad a los dispositivos de salud, la existencia de una red social y familiar apropiada, la participación social y la restricción a métodos letales de suicidio.

-¿Cuáles crees que deberían ser las medidas que se deben poner en marcha para prevenir el suicidio?

Acabamos de repasar algunos de los factores de riesgo más importantes. No todos ellos son modificables, el sexo o la edad, por ejemplo. Pero sobre otros sí podemos actuar, de modo que las medidas necesarias para prevenir el suicidio deben centrarse en los factores de riesgo que son modificables. Detección, diagnóstico y tratamiento precoz de las enfermedades mentales; tratamiento rápido y seguimiento intensivo de las personas que ya han presentado una conducta suicida, sea ideación o tentativa; incluir en los centros educativos programas de desarrollo de aptitudes socioemocionales positivas para enfrentarse con la vida cotidiana, así como garantizar un entorno escolar seguro detectando y erradicando el acoso escolar. Son algunas de las medidas posibles con los recursos de los que ya disponemos. Pero el suicidio es un gravísimo problema de salud pública que debemos atajar. Hay una corresponsabilidad de todos, por ello en mi opinión es imprescindible que se pongan en marcha planes estratégicos globales, con compromiso político y financiación suficiente. Tenemos que hacer énfasis en el hecho de que la inversión en prevención del suicidio es eficaz y coste-eficiente.

Reducir la tasa mundial de mortalidad por suicidio en un tercio para 2030 es tanto un indicador como una meta (la única planteada en materia de salud mental) en los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas y en el Plan de Acción Integral sobre Salud Mental 2013-2030 de la OMS.

-¿Es cierto que no es conveniente hablar de suicidios en medios de comunicación o redes sociales por un posible efecto llamada?

Si se hace bien, es importante hablar del suicidio porque ha sido una realidad silenciada durante demasiado tiempo. Para poder abordar el problema es necesario reconocerlo, nombrarlo y definirlo. Pero conviene hacerlo siguiendo unas pautas que ayuden a su prevención y eviten ese efecto llamada.

Conviene no abordar el suicidio como algo inexplicable o simplista. El suicidio nunca es el resultado de un solo factor o hecho, sino de una compleja interacción de muchos factores.  También es importante evitar el sensacionalismo, el dramatismo y convertir el caso en un espectáculo. Informar de suicidios de personas famosas o describir los métodos utilizados no es nada conveniente porque puede tener ese efecto llamada que es preciso evitar.

Es conveniente dar información en positivo. Empezando por contextualizar los casos de suicidio como un problema de salud pública, brindando estadísticas que permitan dimensionar el fenómeno y salir del caso aislado. Hay que trasmitir que se trata de un problema que se puede prevenir y requiere de políticas de prevención. Transmitir a la población que se puede y se debe pedir ayuda antes de hacerse daño, porque siempre hay formas alternativas saludables de enfrentarse a los problemas. Pedir ayuda antes de hacerse daño es el mejor recurso que tiene una persona a su alcance, primero a las personas más cercanas de su entorno: su familia, sus amigos, compañeros de trabajo, líneas telefónicas de ayuda, como el teléfono de la esperanza o el nuevo 024… Buscar también la ayuda de los profesionales de la salud: su MAP en primer término, la red de salud mental y siempre la posibilidad de acudir al servicio de urgencias más cercano. Si los medios de comunicación se hacen eco de las posibilidades de prevenir el suicidio estarán contribuyendo sin duda a su prevención.

– Para terminar, ¿se está trabajando en Cantabria o en España en algún Plan para abordar este problema de Salud Pública? 

Este año se ha estado trabajando en el Plan de Salud Mental de Cantabria 2023-2026, que próximamente se presentará. La prevención del suicidio es una de las líneas estratégicas contempladas, de la que soy coordinadora. El primer objetivo fundamental que planteamos en ella es precisamente diseñar una Estrategia Regional de Manejo de la Conducta Suicida y Prevención del Suicidio. Esto es importante, porque la colaboración multisectorial no sólo es necesaria, sino imprescindible, ya que los factores de riesgo del suicidio están relacionados con muchas áreas. Necesitamos un enfoque que abarque a todo el gobierno y a toda la sociedad. Éste es el enfoque que propone la OMS.

El resto de los objetivos se encuadran en tres grupos: Prevención, Intervención y Postvención (una vez que se ha consumado el suicidio).

En PREVENCIÓN se han diseñado objetivos en muchas áreas: sanitaria, laboral, social y educación… Prevenir en el medio escolar es fundamental para evitar el suicidio y las conductas suicidas, no sólo en niños y adolescentes, sino también en los adultos que van a ser en el futuro.  Formar a los niños, niñas y adolescentes en el desarrollo de aptitudes socioemocionales positivas para enfrentarse con la vida cotidiana tiene un enorme potencial de promoción de la salud mental y prevención del suicidio a corto y largo plazo.

En INTERVENCIÓN disponemos en el Área Sanitaria I de Cantabria de un Programa de Alta Resolución para el Manejo de la Conducta Suicida y Prevención del Suicidio (CARS), que está en funcionamiento desde el 1 de marzo de 2016. Es un programa asistencial ambulatorio en el que se atiende de forma rápida e intensiva a las personas que han tenido una conducta suicida genuina, ideación o tentativa de suicidio, de forma rápida e intensiva, en el que se lleva a cabo un tratamiento integral, con el objetivo de dotar a la persona de herramientas de afrontamiento eficaces que le sirvan a largo plazo para evitar el suicidio. Con este programa se ha reducido significativamente la necesidad de ingreso hospitalario para el manejo del riesgo suicida y se ha conseguido reducir a la mitad tanto la recurrencia de conducta suicida en el año posterior, como la necesidad de ingreso psiquiátrico por cualquier causa. Extender el Programa CARS a todas las áreas sanitarias de Cantabria y programas CARS específicos para niños y adolescentes son objetivos prioritarios de este PSM.

En el área de la POSTVENCIÓN hay mucho por hacer. Entre los objetivos prioritarios que planteamos están: diseñar y poner en marcha un protocolo de actuación en los casos de suicidio, establecer canales de comunicación entre los servicios sanitarios y los IML para agilizar la información acerca de las muertes por suicidio y la atención a los familiares y allegados de las personas muertas por suicidio.

[1] https://www.fsme.es/observatorio-del-suicidio-2020/