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“Cuando el médico enferma surge un conflicto de rol: ser el paciente cuando te has formado para diagnosticar y tratar”

El Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos (CGCOM) presenta mañana, miércoles, día 30 de noviembre, a las 12,00 horas, el proyecto “Enfermar es Humano: cuando el paciente es el médico”, un proyecto de investigación que tiene por objetivo conocer el proceso de enfermar de los médicos. Entrevista a los doctores María Pilar Astier y Rogelio Altisent codirectores

“Enfermar es humano, cuando el paciente es el médico” es un proyecto de investigación del Grupo de Investigación en Bioética de Aragón (GIBA-IIS Aragón) al que pertenecen los doctores María Pilar Astier y Rogelio Altisent que junto a la doctora María Teresa Delgado son los directores del proyecto de investigación que cuenta con una beca del FIS (Fondo de Investigación Sanitaria) PI 18/00968.

¿En qué consiste el proyecto “Enfermar es humano”?

“Enfermar es humano, cuando el paciente es el médico” es un proyecto de investigación que tiene por objetivo conocer el proceso de enfermar de los médicos para identificar los puntos críticos y proponer mejoras en la atención al médico-paciente. La meta es conseguir una vivencia más humana y saludable del proceso de enfermar entre los profesionales de la medicina.

Para ello diseñamos una investigación desde tres perspectivas:

  1. Recoger la experiencia del profesional que enferma a través de entrevistas semi-estructuradas a médicos enfermos en las 4 etapas vitales: estudiante de medicina, médico interno residente, médico adjunto en activo y médico jubilado
  2. Recoger también la experiencia de los profesionales que les atienden o que participan en su proceso de enfermar de forma más directa a través de grupos focales donde los expertos compartieron sus experiencias y conocimiento sobre el proceso de enfermar de los médicos. Así se han realizado un total de 5 grupos focales con médicos de médicos enfermos, médicos de los servicios de prevención de riesgos laborales, médicos tutores o jefes de estudio de médicos internos residentes, médicos miembros de colegios de médicos y profesores de facultades de medicina.
  3. Recoger finalmente la opinión de todos los profesionales de la medicina que en algún momento de su vida han estado o podrán estar enfermos o bien, convertirse en médicos de compañeros que enferman, ser médicos de médicos (MdM) por medio de un cuestionario autocumplimetado CAMAPE (Comportamientos y Actitudes de los Médicos Ante su Proceso de Enfermar) que respondieron un total de 3.408 profesionales colegiados de todo el país y unos 1000 estudiantes de medicina.

Los resultados del proyecto se han recogido también en formatos docentes a través del diseño de infografías y cuatro videos que ejemplifican situaciones reales recopiladas durante nuestra investigación y que constituyen en sí una herramienta de mejora y aprendizaje en el abordaje del médico como paciente. Todo este material esta disponible en la web de la cátedra: https://profesionalismoyeticaclinica.unizar.es/

¿Cuáles son las conclusiones del proyecto que se va a presentar el día 30 de noviembre? ¿Con qué ideas quieren que se queden los lectores?

Al analizar el proceso de enfermar del médico se confirma nuestra tendencia a realizar un autodiagnóstico y autotratamiento, recurriendo a consultas de pasillo y circuitos alternativos, sin tener un profesional de referencia, sino eligiendo al médico que queremos que nos trate.

Además, tenemos tendencia a acudir a trabajar estando enfermos por responsabilidad hacia pacientes y compañeros. Y cuando nosotros mismos somos médicos de otros médicos, reconocemos la dificultad que esta situación entraña en nuestra actitud en la consulta y desencadena problemas éticos y clínicos.

En cuanto los MIR presentan mayores tasas de ansiedad y depresión que los médicos en otras etapas vitales y que la población general de su misma edad y nivel de estudios, especialmente las mujeres médicas, que padecen elevadas tasas de trastornos de ansiedad con diferencias estadísticamente significativas respecto no solo a la población general de igual nivel de estudios, sino a sus compañeros médicos varones. Cuando están enfermos, realizan también consultas informales, sobre todo a otros MIR, y evitan coger la baja preocupados por su formación, la pérdida económica y la sobrecarga a sus colegas

Las dificultades del proceso de enfermar del médico son aprendidas durante el periodo universitario. El acceso al grado supone un alto nivel de estrés, gran autoexigencia y perfeccionismo durante la adolescencia. Mas tarde durante la carrera universitaria aumentan progresivamente los estresores, y los estudiantes tienden a priorizar el ámbito lectivo al autocuidado. Concretamente en el periodo de prácticas asistenciales, el estudiante observa e interioriza las conductas incorrectas del resto de profesionales antes destacadas.

Finalmente, el médico jubilado tiene una vivencia diferente. Después de dedicar su vida a la atención a los enfermos, se produce un doble cambio de rol ser paciente y además la percepción de sentirse como extraños al ser atendidos como pacientes en las instituciones que han sido su casa. Esto les hace especialmente vulnerables al encontrarse en situación de pérdida de su salud, y de parte importante de su identidad profesional en las instituciones.

¿Qué objetivos persigue?

Este informe resume los resultados más relevantes de esta investigación para que al describir la realidad del proceso de enfermar de la profesión médica, surjan iniciativas en diferentes ámbitos de toma de decisiones que permitan mejorar la atención a los profesionales de la medicina que enferman desde las universidades, las instituciones donde trabajan los profesionales de la medicina y los colegios profesionales que velan por su profesionalidad.

¿Qué sucede cuando el paciente es médico? ¿Cuáles son las mayores dificultades?

Cuando el médico enferma surge un conflicto de rol. Ser el paciente cuando nos hemos formado para diagnosticar, tratar y cuidar nos sitúa al otro lado de la mesa, en un escenario no aprendido. Por tanto, la reacción inmediata es tratar de resolver el problema de salud por uno mismo: auto-diagnosticarse y auto-tratarse.

Cuando el proceso se alarga, hacer consultas de pasillo a compañeros de tal forma que, en ocasiones los diagnósticos se retrasan y los seguimientos no se hacen de forma organizada. Estamos formados para diagnosticar y tratar, y no asumimos nuestro rol de paciente. No se enseña esta posibilidad en la universidad y luego no se dedica tiempo para considerar esa circunstancia a lo largo de la vida profesional, ya que estamos orientados a atender a nuestros pacientes.

¿Qué aspectos personales y profesionales hay que tener en cuenta a diferencia de otros pacientes?

El comportamiento de los profesionales de la medicina es atípico con independencia del problema de salud que tengan.

La primera reacción del médico, a diferencia de la población general,  ante la aparición de síntomas o signos de una posible enfermedad es tratar de resolver el problema por sí mismos: autodiagnóstico, automedicación. Si el proceso no se ha resuelto en un tiempo prudencial, en muchas ocasiones se solicitan pruebas a ellos mismos y buscan consejo informal con otros colegas (consultas de pasillo).

Sin embargo, llega un momento en que la enfermedad tiene impacto en sus tareas cotidianas. Este hecho puede conllevar reacciones de anómalas en el equipo de trabajo como la ocultación, el encubrimiento por parte de los compañeros.

Otra reacción diferente respecto a otros pacientes es el inicio de diagnóstico y seguimiento de manera no reglada o por circuitos alternativos. Normalmente este proceso se desarrolla de manera rápida y eficiente desde el punto de vista técnico. Sin embargo, no aborda la parte afectiva del médico paciente ni garantiza un seguimiento adecuado del efecto del tratamiento, una vez realizado el diagnóstico. No se aborda claramente en el proceso de enfermar de los médicos el cuidado que precisan en domicilio, la relación con la familia, el impacto en su sentimiento como profesional. Y no es frecuente el acompañamiento para la vuelta al trabajo clínico tras el proceso de enfermedad. Esta falta de acompañamiento puede hacer perder la oportunidad de aprendizaje médico de la propia vivencia de enfermar.

Por otro lado, también aparece el presentismo laboral, acudir a trabajar estando enfermo, es un fenómeno frecuente entre los médicos residentes.  La presión por ir a trabajar estando enfermo puede ser particularmente importante en el caso de los médicos residentes debido a la falta de una cobertura adecuada, las presiones ejercidas por los colegas o los superiores, miedo a no alcanzar la titulación de especialista, además de los sentimientos, comportamientos de sacrificio y compromiso adquiridos desde la universidad, y el miedo a ser considerado débil, siendo significativamente mayor en MIR del sexo femenino.

Por su parte, los médicos jubilados presentan algunas características específicas en su proceso de enfermar; por un lado, el hecho de que ya no son agentes activos del sistema de salud; por otro lado, la falta de actualización de conocimientos técnicos, y finalmente, la ausencia de acceso a los programas de atención integral al médico enfermo. Estas circunstancias los lleva a sentirse desatendidos por su propia profesión a la que han dedicado toda su vida. De ahí que el abordaje de su proceso de salud y enfermedad desde el ámbito de los colegios profesionales sea una demanda sentida por este grupo de profesionales.

La jubilación conlleva un proceso de desvinculación progresiva del sistema sanitario. Conforme pasan los años, los contactos conocidos en el sistema ya no están disponibles o se han jubilado; por otra parte, viven el proceso de ruptura de identidad profesional y personal. Durante los años de trabajo, eran profesionales de la medicina, no solo para sus pacientes, sino también en gran parte de las esferas de su vida. Al jubilarse, esa parte de su personalidad se va desvaneciendo. No obstante, persiste la resistencia a dejarse cuidar y atender por otros profesionales cuando ellos son los pacientes.

¿Desde el punto de vista de la seguridad del paciente que implicaciones conlleva?

La seguridad del paciente es la dimensión básica de la calidad asistencial de las organizaciones. Una atención segura es aquella que facilitan los profesionales libres de daños ligados a los cuidados que se dan a los pacientes. Pero sin profesionales con buena salud, no es posible alcanzar una asistencia de calidad y segura en el punto de atención.

En el año 2020 el lema del día mundial de la seguridad del paciente, 17 de septiembre, fue “La seguridad de los profesionales, una prioridad para la seguridad del paciente” resaltando la importancia de crear entornos de trabajo asistencial seguros y cuidar la salud de los que los profesionales para que pudieran dar una atención de calidad y segura.

El plan de acción global de seguridad del paciente 2021-2030 aprobado por la 74 asamblea mundial de la salud, por 193 países y liderado por la OMS recoge en la línea estratégica 5 la importancia de la formación, capacitación y la salud de los profesionales como elementos clave para garantizar una atención libre de daños asociados al propio proceso de atención a la salud.

Esta cultura de seguridad del paciente supera a la tradicional cultura del autosacrificio que se ha promovido en la profesión médica, priorizando las necesidades de los pacientes por encima de todo, incluso por encima de las propias necesidades de salud de los médicos.

¿Mantener un buen estado de salud es una obligación deontológica de los médicos?

Los colegios profesionales velan por el profesionalismo de sus colegiados. Un aspecto esencial de este profesionalismo es el hecho de que los médicos gocen de una salud que les permita un desempeño óptimo de su profesión. Por ello, se ha trabajado, por ejemplo, en el proceso de validación periódica de la colegiación (VPM) con la meta de garantizar que todos los profesionales en ejercicio revaliden su competencia profesionalidad y también, su estado de salud.

Ciertamente, un complemento a esta validación sería el establecer una recomendación deontológica en el código de ética médica en relación con el cuidado a la propia salud en el sentido de

¿Cuáles son las estrategias para mejorar el modelo de atención del colectivo?

En relación con las estrategias de mejora en el informe proponemos estrategias en 4 niveles de actuación:

Desde el ámbito universitario, considerando por una parte la formación y capacitación de los estudiantes para afrontar situaciones de gran complejidad, gestión de las emociones personales y mejora de las habilidades comunicativas con los pacientes Por otro lado, formar a los futuros profesionales en el cuidado de su propia salud, como elemento crucial para un buen ejercicio profesional y, capacitar también para la atención a compañero/as de profesión que enferme.

Desde el ámbito laboral, promover iniciativas desde los servicios de prevención de riesgos laborales de los centros donde los profesionales médicos trabajan orientadas a generar entornos de trabajo seguros, evaluación de los riesgos, apoyo para el cuidado de la salud de los profesionales, acompañamiento en los procesos de enfermedad y para la reincorporación de periodos de incapacidad laboral de larga duración. Estas propuestas son aun más relevantes de aplicar en relación con los médicos internos residentes, médicos en formación que requieren un mayor soporte para garantizar un aprendizaje nos sólo de atención a los pacientes, sino del autocuidado a la propia salud. Sin olvidar, en ningún caso que, para todo profesional, el proceso de enfermar supone una experiencia de aprendizaje, que redundará en una mejora del propio desempeño profesional.

Desde los colegios de médicos, por un lado, promover iniciativas para acompañar el proceso de enfermar tanto desde el punto de vista asistencial como emocional, particularmente para los médicos jubilados, que ya no trabajan el sistema de salud. Por otro lado, promover recomendaciones deontológicas de cómo abordar el proceso de salud-enfermedad de los profesionales de la medicina tanto en relación con la atención entre compañeros, como la aplicación de la validación periódica de la colegiación. Este proceso es un elemento que puede contribuir a dar peso al cuidado de la propia salud, al mismo tiempo que al mantenimiento de las competencias profesionales. Estos v como en todas sus etapas profesionales desde la formación universitaria hasta la jubilación incluida.

¿Qué papel cumple, en su opinión, el Programa de Atención Integral al Médico Enfermo (PAIME)?

En el año 1998 se creó en España el Programa de Atención Integral al Médico Enfermo (PAIME) para el tratamiento de los médicos en activo con trastornos mentales y/o problemas adictivos. Permite acceder a servicios de deshabituación y de tratamiento psiquiátrico y cuenta con varias clínicas para ingreso hospitalario, así como consultas específicas de salud mental para el tratamiento y seguimiento de estos profesionales, que han demostrado una gran efectividad en la recuperación de estos profesionales.

No obstante, el profesional médico presenta un comportamiento, en general, atípico ante cualquier problema de salud. Un manejo no adecuado de un problema de salud supone una gran pérdida de calidad de vida y tienen impacto laboral y profesional. Cualquier tipo de proceso de enfermar afecta al desempeño de los profesionales y que algunos problemas de salud pueden verse desencadenados por las condiciones de trabajo de los profesionales. De ahí que nuestro estudio sea complementario al abordaje que realiza el PAIME en relación con el manejo de las patologías de salud mental y adicciones. Por un lado, por abordar el conjunto de todos los problemas de salud y también en particular de aquellos profesionales cuya situación laboral no es de un profesional en activo (estudiantes, profesionales en desempleo, profesionales jubilados), que quedan sin cobertura en el programa PAIME.