Close

Noticias


Atrás

 

El médico en las redes sociales, desde la Ética y la Deontología Médica

Las redes sociales no sólo se pueden emplear como parte de ocio, sino como una herramienta médica. Por este motivo, la competencia que ofrece la formación profesional hace que las opiniones de los facultativos, en ocasiones, puedan considerarse como referentes, según se puso de manifiesto en el V Congreso de Deontología Médica

En la mesa Ética y Deontología en las redes sociales, que estuvo moderada por Bernardo Casanova, presidente de la Comisión de Deontología del Colegio de Médicos de Segovia, participaron el periodista Fernando González Urbaneja, miembro de la Comisión de Arbitraje, Quejas y Deontología de la FAPE; Jacinto Bátiz, secretario de la Comisión Central de Deontología de la Organización Médica Colegial (OMC); y Juan Manuel Garrote, secretario general de la OMC.

González Urbaneja señaló que “las libertades y derechos de información y expresión tienen límites y exigencias cuando tropiezan con otras libertades y derechos de los ciudadanos que también hay que proteger. Por eso, cuando chocan los derechos hay que ponderar cuál prevalece”.  Los principios éticos no cambian, aunque entran en una nueva dimensión “por la revolución que impone internet, las nuevas tecnologías de las que nacen las redes sociales que son hechos, datos, no elegibles, de los que es difícil sustraerse”, explicó el periodista.

Incidió en que “cada día sabemos más de los riesgos, de las necesidades de proteger la intimidad, los datos personales y, sobre todo, el acceso. Sabemos más de la necesidad de educación, de prevención de olfato para no dejarse embaucar, porque sabemos que hay que filtrar, recelar, no dejarse llevar por la emoción o las preferencias”.

También comentó que “se trata de tiempos asombrosos, complicados, en los que la libertad individual está amenazada, pero también de tiempos de oportunidades porque nunca hubo tanta gente educada y alerta como ahora”.  En este punto, se mostró partidario de “romper mitos, descorrer velos, introducir cautelas y garantías y exigir compromiso con nuestro propio destino”. Por último, aseguró que “la ética forma parte del tratamiento para sanar nuestra sociedad y esa ética empieza por uno mismo, en nuestro trabajo cotidiano”.

Por su parte, Jacinto Bátiz, secretario de la Comisión Central de Deontología de la OMC, subrayó que “puede ser recomendable aprovechar el poder amplificador de las redes sociales para realizar una labor divulgadora, siempre que el uso y la participación conlleven un comportamiento acorde con los principios del profesionalismo médico”.

Bátiz insistió que con el Código de Deontología Médica 2011 “se puede controlar las infracciones de los médicos en las redes sociales, aunque se está actualizando y se incluye un capítulo nuevo, donde se contemplan el uso deontológico de estas herramientas” y comentó que “para manejar asuntos como promoción de medicinas alternativas, publicidad engañosa, venta de fármacos en las redes las Comisiones de Deontología deben actuar de oficio”.

Respecto al cómo afecta la imagen de unos pocos médicos que están en las redes al colectivo médico, Bátiz manifestó que no creo que influya, “porque hay otros médicos que están en las redes y prestigian con sus aportaciones a la profesión”.

Juan Manuel Garrote, secretario general de la OMC, explicó las ventajas de las redes sociales que sirven para “aprender, compartir, colaborar, encontrar, descubrir, promocionar y encontrar” en un entorno de red profesional. Detalló que existen diferentes tipos de redes:  de médicos para médicos, de médicos para pacientes, de empresas médicas para médicos, de empresas médicas para pacientes, de instituciones médicas para médicos o para ciudadanos y para pacientes y/o ciudadanos sobre sanidad/medicación.

Sobre el rol de los usuarios en relación con las redes sociales, Garrote expuso que el 24% son creadores, el 36% conversadores, el 36% críticos, el 23% coleccionistas, el 68% seguidores y el 73% seguidores y añadió que uno de los grandes problemas que surgen es “no saber diferenciar el ámbito personal del profesional”.

También puso como modelo a seguir la gestión que hace Salvador Casado de las redes sociales, que le ha convertido en un ‘influencer’. Además, puso algún ejemplo de situaciones que pueden presentarse al facultativo, como aceptar una solicitud de amistad en redes sociales de alguien que su nombre le suena familiar, pero que en su imagen de perfil aparece un paisaje. Después de mirar a través de su página de perfil, en realidad es uno de sus pacientes, que envía un mensaje para avisar que no puede acudir a su próxima cita clínica, pero le gustaría saber sus resultados histológicos de una prueba ordenada mientras estaba en el hospital y arroja un comentario sobre algunas fotos que vieron de tu familia tomando el sol en la playa.

En última instancia, se refirió al decálogo de la Asociación Médica Mundial, que recoge que “las redes sociales proporcionan nuevas vías de comunicación con los pacientes, el público en general y otros profesionales de la salud. Sin embargo, es necesario considerar diversos aspectos para garantizar un uso profesional seguro, útil y dentro de la legalidad y de los requerimientos éticos necesarios”. Este documento incide en configurar altos niveles de privacidad en las distintas plataformas, garantizar la confidencialidad de la información de los pacientes, y “asegurarnos de que ningún paciente pueda ser identificado por la combinación o la suma de información disponible en la red”.

Además, recomienda no ofrecer consejos médicos personalizados en las redes y si se utilizan para servicios de información general o promoción de la salud, es importante especificar claramente sus objetivos, características de uso y limitaciones y debe incluirse en el registro de la historia clínica electrónica cualquier interacción relevante que se haya establecido en las redes