Close

Actualidad colegial


Atrás

 

«El incremento de las conductas sexuales violentas y su normalización está suponiendo un motivo de profunda preocupación en el ámbito de la sexología»

El sexólogo cántabro y director del Observatorio Nacional de la Salud Sexual, Carlos San Martín, alerta de conductas que afectan al terreno social, judicial y clínico

El Dr. Carlos San Martín Blanco es doctor en Medicina, especialista en Sexología y
psicoterapeuta. Además, es coordinador del Centro Interdisciplinar de Psicología y Salud CIPSA,  de Santander;,  vicepresidente de la Academia Española de Sexología y Medicina Sexual y director del Observatorio Nacional de la Salud Sexual. En esta entrevista para el Colegio de Médicos de Cantabria este reconocido  experto aborda la realidad de la salud sexual de los jóvenes en la actualidad y  aporta  datos  preocupantes que dejan patente la necesidad de actuaciones urgentes por parte de  la Administración y la  comunidad médica.

-Los últimos informes sobre relaciones sexuales de los jóvenes  revelan que son más agresivas que antes ¿lo estás percibiendo en tu centro?

Sin duda alguna, el incremento de las conductas sexuales violentas y su normalización está
suponiendo un motivo de profunda preocupación en el ámbito de la sexología que se constata no sólo en el terreno social o judicial, sino también en el clínico.

-¿A qué es debido?

El concepto de violencia sexual no puede analizarse al margen de la conceptualización de
violencia contra las mujeres, puesto que ambos comparten su principal causa, que no es otra que el sistema patriarcal y su machismo, que sigue colocando a las mujeres como cuerpos al servicio del dominio y placer masculino. No se trata de un hecho puntual, sino de una amenaza hacia todas las mujeres por el hecho de serlo que comienza a aprenderse e imponerse desde la infancia a través de la socialización.

Entre las causas actuales de estas violencias sexuales encontramos como factor especialmente destacado la exposición a la pornografía desde edades muy tempranas (de media los 11 años) que representan un modelo de aprendizaje totalmente distorsionado de la sexualidad y las relaciones sexuales, en las que el componente violento y cosificador de la mujer queda reforzado, y en el que contenidos que son agresiones sexuales explícitas, muchas veces grupales, son algunos de los más visualizados por nuestros jóvenes.
Además, se están banalizando,  e incluso romantizando,  conductas en las que se mercantiliza a las mujeres, muchas veces menores, a través de plataformas que se están popularizando como “onlyfans”, que son en ocasiones la puerta de entrada a otras formas de violencia sexual como la explotación o la trata.

La falta de un contrapunto a este modelo patriarcal violento a través de la educación sexual
integral en las familias y las escuelas agrava este problema al no corregirse este modelo
disfuncional y perverso que ofrece a nuestros/as jóvenes la exposición a las distintas formas de pornografía.

-¿Se percibe igual en hombres y mujeres? 

Las consecuencias de esta socialización sexual condicionada por el porno ya nos lleva a los
especialistas a calificar a nuestros jóvenes como “pornonativos” ya que diferentes estudios nos indican que más de la mitad de los chicos menores de 30 años ven porno a diario.
El efecto que esta exposición genera lleva a los chicos a considerar que las conductas violentas en el sexo son normales e incluso “placenteras” para las mujeres, creándoles además expectativas totalmente disfuncionales en relación a su propia respuesta sexual (erección, control eyaculatorio…) que les puede llevar a desarrollar disfunciones sexuales.
De hecho las tasas de algunas disfunciones sexuales como la disfunción eréctil de origen
psicógeno ha aumentado entre menores de 30 años un 50% en los últimos 5 años, en gran
medida causado por esos modelos disfuncionales.

En cuanto a las mujeres, también se genera en las más jóvenes la idea de que el modelo de
placer debe estar asociado a la sumisión o al consentimiento viciado y no al deseo, cuando no directamente a tolerar la agresividad o violencia del hombre.

-¿Cómo se puede frenar esta tendencia?

Llevamos décadas reclamando la incorporación al modelo educativo de la educación sexual
integral. La educación sexual es un componente clave para lograr los objetivos establecidos por la ONU. Esta herramienta puede ayudar a promover la salud y el bienestar, una educación de calidad, la igualdad de género y la reducción de las desigualdades.

Planteamos una educación sexual que entienda la sexualidad como un valor que debe ser
educado y promocionado, y cuyo objetivo principal es ayudar a conseguir el bienestar personal ofreciendo formación y prestando las ayudas necesarias para transitar adecuadamente por la propia biografía de cada persona. Para llevar a cabo los programas de Educación Sexual, nos basamos en las recomendaciones de distintos organismos internacionales, así como los Derechos Sexuales. Igualmente trabajamos en el marco de la normativa de nuestro país, el Pacto de Estado contra la Violencia de Género, y la ciencia sexológica.

-Entonces,  si tuviéramos que hacer un diagnóstico actual de la salud sexual de los adolescentes ¿cuál sería?

Estamos presenciando una sexualización muy precoz especialmente de las niñas y una
exposición precoz al porno sobre todo de los adolescentes. Además, a través de estéticas muy pornificadas de las adolescentes y jóvenes se genera una necesidad estética que llega a influir de forma determinante en su autoimagen y las lleva incluso a cirugías ginecoestéticas de discutible empleo, por no mencionar su necesidad de exponerse desde la citada imagen sexualizada como objetos de deseo a través de las redes sociales.

Para los chicos, como ya hemos comentado, se sigue reforzando la idea de masculinidad
asociada al poder, la sumisión y el rol proactivo en el sexo, con una expectativa de desempeño sexual muy alejada en ocasiones de lo racional y posible, y que condena a los chicos a la frustración y el sentimiento de fracaso.

Todos estos referentes viciados alejan a nuestros y nuestras jóvenes del concepto de bienestar o salud sexual, predisponiendo a la aparición de disfunciones sexuales.

-¿Parece, entonces, que la tendencia es que está disminuyendo el sexo vinculado al amor?  Y en caso afirmativo ¿qué va a suponer en el futuro para nuestra sociedad?

Sin duda alguna,  el sexo y el placer sexual se han venido disociando del amor o del compromiso a lo largo de las últimas décadas, y este hecho nos puede favorecer una vivencia tan saludable de nuestra sexualidad como vincularla a esos sentimientos. La cuestión es mantener nuestra sexualidad asociada a nuestro derecho al placer, a nuestra libertad sexual y a nuestro deseo, independientemente de en qué medida decidamos asociarlo a los afectos.

Lo que puede resultar amenazante para una vivencia positiva y erotofílica de nuestra
sexualidad y nuestra erótica es su mercantilización. Considerar el sexo como un producto de consumo.

-Para terminar,  ¿está la comunidad médica especializada en sexología diseñando algún plan para cambiar esta tendencia? ¿y las instituciones públicas?

Toda la comunidad científica está profundamente preocupada desde hace algunos años al
observar el incremento de las violencias sexuales, lo que ya se ha traducido en investigaciones que nos han permitido identificar algunas de sus causas como las ya comentadas.

En estos momentos no hay congreso o jornada en el ámbito de la sexología que no incluya
debates, investigaciones y reflexiones al respecto. Sin embargo,  seguimos clamando desde organizaciones profesionales como el Observatorio Nacional de Salud Sexual que dirijo,  o desde la Academia Española de Sexología y Medicina Sexual, que haya un compromiso político y administrativo que favorezca el desarrollo de la Educación Sexual integral, ya que es el único antídoto eficaz del que podemos disponer a medio plazo.