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“El suicidio en España es la segunda causa de muerte en adolescentes, la detección precoz en los colegios y AP es fundamental”, afirma Montserrat Matilla

La doctora María Montserrat Matilla, pediatra y representante de la sección colegial de Medicina Privada por Cuenta Ajena del Colegio de Médicos de Cantabria, ha participado en el Congreso Nacional sobre la Salud Mental Infanto Juvenil, que se celebró del 15 al 17 de febrero en Salamanca

Tal y como asegura, en esta entrevista para Médicos y Pacientes, “el suicidio en España es la segunda causa de muerte en adolescentes” por ello “la detección precoz en los colegios y Atención Primaria es fundamental”. Estas son algunas de las principales conclusiones del Congreso. “Ha sido un Congreso multidisciplinar que ha tenido bastante repercusión en los medios, y tienen la intención de que el próximo año sea internacional”, señala la doctora Montserrat Matilla.

El Congreso ha sido organizado por FUNDANEED (con sede en Salamanca) que es una Fundación para la ayuda a la infancia y adolescencia en las necesidades especiales del desarrollo, y tienen como compromiso concienciar, sensibilizar y aportar a la sociedad sus conocimientos, habilidades y competencias para que los niños, adolescentes y jóvenes con necesidades especiales del desarrollo puedan tener los mejores tratamientos posibles en función de sus capacidades y no se les discrimine por ninguna razón. Está formada por un equipo de profesionales multidisciplinares comprometidos con la salud mental y el bienestar emocional de la población infanto-juvenil en Castilla y León.

-¿Cuáles son las principales conclusiones que se extrajeron del Congreso en torno a la salud mental infanto juvenil?

Ha sido un Congreso multidisciplinar, donde han participado pediatras, neuropediatras, neuroradiólogos, psiquiatras, psicólogos, enfermería… y las conclusiones han sido muy amplias e interesantes, de las cuales destacaría las siguientes:

El suicidio en España es la segunda causa de muerte en adolescentes (en el tramo de edad entre 12 y 18 años). El perfil más característico tanto para autolesiones como conductas suicidas es: mujer, 14-17 años, migrante y mayor riesgo si ha tenido algún tipo de acoso. La detección precoz en los colegios y Atención Primaria es fundamental. Se deben difundir las líneas de ayuda, y el tratamiento de elección de las autolesiones es la terapia dialéctico-conductual.

El Trastorno del Espectro Autista (TEA) se ha disparado en la última década, debido a un mayor conocimiento y concienciación del trastorno, a que los criterios del DSM son más laxos, al acoplamiento diagnóstico de otros procesos y a diversos factores ambientales. El TEA es una enfermedad heterogénea y compleja, en la que influyen numerosos factores, con síntomas que cambian con la edad y están modulados por el temperamento y la capacidad intelectual del niño.

El Pediatra de Atención Primaria tiene un papel fundamental, haciendo un diagnóstico precoz, con una derivación lo antes posible al neuropediatra, salud mental infanto-juvenil y Atención Temprana para iniciar tratamiento lo antes posible y mejorar el pronóstico de la enfermedad. Estos pacientes tienen muchos problemas asociados y comorbilidades y el PAP debe dar pautas de manejo a los padres y hacer un seguimiento exhaustivo de la enfermedad.

El tratamiento es global, multidisciplinar e individualizado, y deben recibir apoyo psicoeducativo lo más precozmente posible, y farmacológico en algunas ocasiones. El neurodesarrollose inicia en la gestación y termina alrededor de los 24 años. Durante este periodo hay momentos de mayor vulnerabilidad a factores estresores ambientales que pueden influir en los cambios que está presentando el cerebro, que va cambiando a lo largo de toda la vida.

El neurodesarrollo presenta diferentes niveles que van desde la genética hasta la conducta, pasando por las estructuras cerebrales, los circuitos nerviosos, la actividad eléctrica y los patrones neuropsicológicos. Contamos con tecnología de alto nivel para el diagnóstico genético pero que aún no está implantada en los sistemas sanitarios públicos y privados (CGH array, exoma, genoma…).

Las pruebas de neuroimagen estructural y funcional (resonancia magnética cerebral funcional, DTI, tractografía, magnetoencefalografía…) aportan un importante conocimiento de los aspectos cognitivos. La combinación de la neurofisiología, la neuropsicología y las nuevas tecnologías diagnósticas serán el patrón de oro futuro en la evaluación e intervención de los trastornos del neurodesarrollo.

-Se han presentado los resultados preliminares de la cohorte Signature, un Proyecto de investigación del Instituto de Biomedicina de Sevilla y del hospital Virgen del Rocío donde se analiza el impacto que ha tenido tanto el estrés percibido por las embarazadas durante la pandemia como la infección COVID en aquéllas que la presentaron. Y hasta ahora se ha encontrado que el estrés y la edad materna se asocian significativamente a precursores de las alteraciones del neurodesarrollo como la prematuridad, independientemente de la infección por COVID-19.

– ¿Qué retos hay por delante en este ámbito?

Yo destacaría tres: Mejorar la formación de los profesionales implicados en la salud mental infanto juvenil y fomentar en todos ellos una mayor sensibilidad diagnóstica. La investigación académica y la práctica profesional deben ir de la mano, una se complementa con la otra y ambas contribuyen al enriquecimiento y a la obtención de unos mejores resultados.

Más y mejor coordinación entre todos los profesionales implicados en el diagnóstico y tratamiento de las distintas patologías; e instar a las autoridades políticas para que destinen más recursos en pro de la salud mental infanto juvenil, elaborando un programa de Atención Integral para los pacientes y sus familias.

-¿Cuáles son las patologías más frecuentes en este colectivo? ¿Y las emergentes? ¿Qué cifras se manejan actualmente? ¿Y en el trastorno más frecuente?

La salud mental infanto-juvenil es un problema que va en aumento, y no es una moda ni algo pasajero, tenemos cifras reales que lo ponen de manifiesto. Un 10-22% de la población infanto-juvenil sufre trastornos psiquiátricos, de los que sólo 1/5 parte se diagnostica y se trata adecuadamente.

Y sabemos que 1 de cada 10 niños en España, requerirá en algún momento de su vida acudir a Atención Temprana, una intervención destinada a tratar posibles trastornos del neurodesarrollo para minimizar e incluso evitar una discapacidad futura. A pesar de su importancia, apenas un 3% recibe atención, y de una manera muy desigual en función de la Comunidad Autónoma en la que residan sus familias. Los suicidios consumados en menores de 15 años han pasado de 7 en 2019, a 14 en 2020 y a 22 en 2021. El TEA en el momento actual tiene una prevalencia de 1:68 y es una patología claramente en aumento, así como el Trastorno por déficit de Atención e Hiperactividad.

-Si un niño o adolescente tiene una enfermedad mental, ¿cómo es tratado él y su familia en el sistema nacional de salud?

Este es un punto que hay que mejorar mucho, se necesitan más profesionales y más recursos para darle a los pacientes una atención integral. Si un niño tiene un problema de salud mental, la puerta de entrada es el Pediatra de Atención Primaria, quien debe derivar a otros niveles como el hospitalario, atención temprana, psicólogos, trabajadores sociales, etc. Son muchos los profesionales implicados en su diagnóstico y tratamiento.

-¿Cuál es el papel del pediatra?

El papel del Pediatra de Atención Primaria es fundamental, pues es el profesional que mejor conoce el desarrollo y el estado de salud de la población infanto-juvenil y su situación familiar y ambiental, por lo que debe estar muy atento para detectar signos de alarma de forma precoz, tanto en los controles periódicos de salud, como de forma oportunista en nuestras consultas y diagnosticar precozmente la enfermedad para que los pacientes tengan una mejor calidad de vida y un mejor pronóstico de la enfermedad. Tiene que ofrecer apoyo y pautas de manejo a los padres en los muchos problemas asociados que van a ir apareciendo en su evolución. Y también debe informar a las familias de cómo aumentar los factores de protección y disminuir los factores de riesgo, así cómo poner a su disposición todos los recursos posibles.

-¿Cómo es el impacto de las redes sociales en los trastornos de conducta alimentaria y en adicciones sin sustancia en jóvenes?

El impacto de las redes sociales en los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) y en adicciones sin sustancias en jóvenes es brutal. Es preciso trabajar apoyándonos en las nuevas tecnologías y redes de comunicación para hacer llegar nuestro mensaje a la población infantojuvenil, tanto en prevención como en intervención y rehabilitación de TCA y adicciones comportamentales.

-¿Considera efectiva la concienciación y educación en salud mental y autocuidado desde etapas escolares?

Por supuesto que sí, los profesores son profesionales cualificados para detectar signos de alarma en muchos de los problemas de salud mental infanto-juvenil y los niños y adolescentes pasan gran parte de su tiempo en el aula. Por lo tanto, tienen un papel esencial para dar apoyo a nuestros pacientes. Está claro que hay un estigma asociado a las personas con diagnóstico de enfermedad mental o discapacidad. Tanto la sociedad como los profesionales tenemos que normalizar el diagnóstico de este tipo de enfermedades, igual que diagnosticamos una diabetes o una enfermedad celíaca. Son enfermedades que duran mucho tiempo, y no tienen todo el apoyo que necesitan.