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Las urgencias pediátricas disminuyeron un 84% durante el confinamiento, según la AEP

Durante el confinamiento, entre marzo y mayo, disminuyeron hasta un 84 por ciento las urgencias pediátricas, y hasta el 11 por ciento de estas visitas urgentes requirieron ingreso hospitalario; y, en el área quirúrgica, aumentó un 66 por ciento la gravedad de las patologías intervenidas, pero disminuyeron hasta un 98 por ciento las cirugías programadas, según se ha expuesto durante la presentación del I Congreso Digital de Pediatría de la Asociación Española de Pediatría (AEP). Por ello, piden reorganizar los recursos para no demorar diagnósticos y seguimientos ante nuevas olas de covid-19.

En este sentido, la presidenta de la AEP, la doctora María José Mellado, ha puntualizado que, «por ejemplo, los niños con un debut diabético han ingresado con cierta acidosis diabética grave; en cirugía, niños con apendicitis que en un principio son incipientes, llegaron tarde, ya con peritonitis o con apéndice perforada», ha explicado.
«Estos datos deben alertarnos de la necesidad de prepararnos para que, durante las próximas olas como la que ya estamos viviendo, podamos seguir prestando la atención necesaria a la población pediátrica y juvenil», ha añadido.
Así, diversas investigaciones presentadas coinciden en señalar la disminución de la actividad en los Servicios hospitalarios de Urgencias durante la primera ola de la pandemia. «Concretamente, además de la disminución de un 98 por ciento de las cirugías programadas, también descendieron un 55 por ciento las cirugías urgentes; sin embargo, aumentó considerablemente la gravedad de las patologías urgentes intervenidas», concreta el vicepresidente de Atención Primaria de la AEP, el doctor Juan Ruiz-Canela.
Otra investigación en este mismo sentido apunta que la tasa de visitas a urgencias pediátricas que requirieron ingreso hospitalario aumentó al 11 por ciento (siendo de un 6% antes de la pandemia). «Estos datos ponen de manifiesto la demora en el tratamiento de patologías graves y un aumento en la morbilidad de procesos urgentes habituales», añade.
Asimismo, el especialista ha advertido de que la primera ola de la pandemia ha supuesto el cierre de centros de salud y la reubicación de pediatras y enfermeras para labores no propias de su especialidad, como atención a pacientes adultos. Por otro lado, también ha llevado al uso de nuevas vías de comunicación de médico-paciente y la priorización de las consultas telemáticas frente a las presenciales, así como una reducción de las visitas de seguimiento del niño.
En relación a ello, ha informado de que, según una encuesta de la asociación, el 20 por ciento de los padres mostraba «cierta preocupación por no acudir libremente al centro de salud», pero un 70 por ciento consideraban adecuado el cribaje telefónico. Además, el 90 por ciento considera que la atención telefónica para consultas ha sido adecuada.
Además, ha destacado que también se ha interrumpido la vacunación, priorizando sobre todo a los menores de 15 meses; se ha aplazado el control patologías crónicas y los procedimientos de diagnóstico no urgente. En concreto, ha asegurado que, pese a que algunas de estas medidas han sido necesarias para controlar la epidemia, en algunos casos, han tenido «efectos indeseables», como una caída de la tasa de vacunación, sobre todo en niños mayores de 3 años, especialmente relevante en la vacuna del sarampión.
Por el contrario, y debido al uso de mascarillas y otras medidas higiénicas, los datos muestran una disminución de hasta un 80 por ciento en infecciones gastrointestinales y otras enfermedades infecciosas de garganta, nariz y oído (ORL) en otros países del hemisferio Sur. A este respecto, el doctor Ruiz-Canela ha expresado que esta situación en España supondría una «disminución teórica importante de la presión asistencial».
Por otro lado, Ruiz-Canela ha manifestado, durante la presentación del congreso, que los niños «solo han sido punto de inicio de contagio del SARS-CoV-2 en un 3,4 por ciento de los casos, a diferencia de la población adulta, que lo ha sido en un 56 por ciento durante la primera ola de la pandemia», por lo que ha defendido que «la apertura de los colegios no supone una carga epidémica».
«Al principio, se pensaba que los niños eran el principal vector de contagio, al igual que con la gripe», ha explicado. Sin embargo, ahora se ha observado que «no son los transmisores más importantes», por lo que, en la mayoría de los casos, «el niño es un sujeto que recibe, pero no es el punto de inicio del contagio; es decir, la capacidad de contagio del niño es mucho menor que la del adulto». Es por ello que ha defendido que, «incluso en situaciones de alta crisis como la actual, se deberían mantener los colegios abiertos».
Así, ha recordado que la incidencia de Covid-19 en la población pediátrica es del 12 al 15 por ciento, siendo el rango de edad más frecuente de 10 a 15 años, que son los que más se relacionan entre ellos. Por otro lado, los niños de entre 2 y 8 años representan el grupo con menos incidencia.
Así las cosas, desde la AEP han defendido que, si hubiera de nuevo un confinamiento riguroso, los niños «tendrán sus horarios de salida más amplios que los adultos, porque los niños tienen que salir y, además, no son grandes transmisores». En este sentido, han recordado que la AEP «rompió una lanza a favor de los niños» en el mes de abril, ya que estos salieron dos semanas antes que el resto de la población.